jueves, 6 de marzo de 2008

Castillo de San Antón, A Coruña

A finales de la Edad Media se construyó sobre un pequeño islote de la ría de La Coruña una capilla dedicada a San Antón, en la que se recogía a los navegantes enfermos del mal gangrenoso Fuego de San Antón. Este islote fue más tarde utilizado como lazareto, lugar de confinamiento de los viajeros sospechosos de padecer lepra.

Con la concesión, por parte de Carlos I, de la Casa de Contratación de Especias, el puerto de La Coruña se conviertió en un goloso objetivo para los enemigos de la corona, por lo que el monarca ordenó una serie de medidas para reforzar las defensas de la ciudad. Entre las actuaciones estaba la construcción de un fortín en la isla de San Antón, hasta el momento lazareto y hospital de leprosos. La construcción comenzó en el año 1587 bajo la dirección del alférez Pedro Rodríguez Muñiz, como indica una inscripción situada junto al escudo del marqués de Cerralbo en la portada de la fortaleza. En el año 1590, durante el ataque de Francis Drake, las nuevas baterías del castillo se mostraron muy efectivas en la defensa de la ciudad por lo que Felipe II ordenó a su arquitecto, Tiburcio Spinochio que continuara y finalizara las obras del castillo. La fortaleza fue data por terminada en el año 1590, con la construcción de los alojamientos para la tropa, el aljibe y la torre sobre la puerta.

Tras el ataque de 1639, en que la escuadra francesa asedió la ciudad, la bahía coruñesa quedó protegida por los fuegos cruzados de los castillos de San Antón y San Diego (hoy desaparecido). Tras este ataque el marqués de Valparaíso propuso a Felipe IV la reforma de la fortificación, que concluiría en el siglo XVIII, cuando el ingeniero Antonio López Sopeña construyó la casa del Gobernador con su pequeña capilla neoclásica en el eje de la composición del edificio.

Desde comienzos del siglo XVIII y hasta el año 1960, en que el ministerio del Ejército lo cedió al Ayuntamiento, perdió su carácter militar y se convirtió en prisión. Entre sus reclusos cabe destacar a Malaspina, Melchor Macanaz, el general Villarroel y el mariscal de campo Díaz Porlier.

En la década de los 40 del siglo XX se unió a tierra por una prolongación del muelle de la Ánimas, dejando de ser una isla.

Después de su cesión al Ayuntamiento, en el año 1964 se inician las obras, dirigidas por Pons Sorolla, para convertirlo en museo, y que se terminan en el año 1968. Hoy en día mantiene su status como Museo Arqueológico Municipal.







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