martes, 30 de septiembre de 2008

CORDOBA(Murallas de la ciudad)



Córdoba fue en la antigüedad una ciudad totalmente amurallada, y aunque las modernas construcciones han desbordado con creces lo que fuera su recinto medieval, aún se conservan grandes lienzos de murallas que atestiguan su vieja estructura.

El recinto de Córdoba estaba dividido en dos amplias partes: la Almedina y la Ajerquía, ambas encerradas en fortificaciones independientes y separadas por un muro divisorio, del que aún puede admirarse recia muestra a lo largo de la calle de la Feria o de San Fernando. Una y otra parte se comunicaban por angostos accesos. En la mencionada calle podremos pasar a través de una de ellas, que tiene de nombre El Portillo.

Son muy interesantes las murallas de Córdoba que se encuentran al sur, reflejando la serena belleza de sus piedras en las aguas del Guadalquivir, que discurre ante ellas. Desde sus torres, de fácil acceso, el visitante puede contemplar la secular estampa del famoso puente romano, que en su tiempo formó parte de la gran vía Augusta, y los viejos molinos del río, entre los que destaca el denominado de la Albolafia, situado junto al murallón ribereño como macizo soporte de la formidable noria que recogía el agua para el riego de los jardines del Alcázar.

Las murallas desaparecen entre las construcciones del barrio del Alcázar Viejo; pero vuelven a salir a la luz, en el arranque del Campo Santo de los Mártires, para ofrecernos una atrayente contemplación de piedra, vegetación y agua en increíble armonización arquitectónica, en el lugar llamado Calle de la Muralla.

La mayor parte de las puertas de las murallas fueron destruídas con el paso de los siglos y de ellas sólo quedan los nombres; pero todavía podemos admirar la denominada Puerta de Sevilla, con dos arcos iguales, cuya primitiva construcción se remonta al siglo X; la de Almodóvar, adintelada con arco de herradura, enmarcada entre dos soberbios torreones, y la Puerta del Puente, realizada por Hernán Ruiz en 1571, plenamente renacentista, mostrando sus estríadas columnas dóricas y construída sobre el emplazamiento que antes tuvo una antigua puerta romana, a la que los árabes llamaron Puerta de la Figura, por la que tenía tallada sobre su arco.

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