La iglesia parroquial de Nuestra Señora de los Dolores de Barro, edificio clasicista, bello y ampuloso, se construyó en las afueras del pueblo, sobre una pequeña península al borde de la ría, paraje de gran prestancia plástica.
Tras ella se ubica uno de los más bellos cementerios del norte español. Se trata de una de las primeras creaciones de Silvestre Pérez y Martínez, arquitecto de José Bonaparte, quien la diseñó en 1788. La obra, costeada por indianos como Pedro de Cue García y Anselmo Martínez Carrera, coronel de Milicias en Puebla de México, se terminó, con excepción de la torre, en 1797, consagrándose el 14 de enero de 1804.
Esta composición se caracteriza por su orfandad decorativa y el juego de escalonados volúmenes; «el interior abovedado y la iluminación directa de cada espacio prestan gran monumentalidad a este templo, desnudo de cualquier ornato que no sea el estrictamente tectónico» (J. M. Gil). Está compuesta por una sola nave principal con naves a ambos lados, por lo general destinadas al culto de determinadas personas que ayudaron a hacer realidad este templo, transepto y cimborrio. Sobre la capilla cuadrada de la cabecera poligonal se proyecta al exterior una torre-campanario cónica, flanqueada por dos sacristías de planta cuadrada.
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