El castillo de Ponferrada fue originariamente un castro preromano y después una ciudadela romana que asolada en el siglo IX, fue desde el XI reconstruida y fortificada.
En el siglo XII, los reyes de León donaron Ponferrada a la Orden del Temple con la misión de socorrer a los peregrinos que pasaran por este territorio. El castillo comenzó a construirse en el siglo XI, y perteneció a los Templarios hasta que, en 1312, se disolvió la orden y pasó a la Corona de León. En 1486 era propiedad de los Reyes Católicos. Durante la ocupación francesa de 1811, se encontraba en perfectas condiciones. En uno de sus salones, los oficiales del Regimiento de Monterrey ofrecieron un fabuloso baile en honor a las damas de la ciudad de Ponferrada. Posteriormente, fue mandado destruir para evitar que cayera en manos francesas.
El castillo que hoy conocemos es el resultado de una larga serie de ampliaciones, reformas y añadidos que van desde la primera cerca de la planta cuadrada de principios del siglo XII, hasta las últimas zonas construídas a finales del siglo XV y principios del XVI. Posteriores incorporaciones y las numerosas reformas llevadas a cabo desde principios del siglo XX, han contribuído a la complejidad del conjunto, tal y como lo conocemos hoy en día. Los escudos y blasones de quienes lo ocuparon y contribuyeron en su construcción son prueba de sus diferentes etapas.
Primer periodo, finales del siglo XII y principios del XIII:
Cuando en 1178 Ponferrada pasa a depender de la Orden del Temple, por donación de los reyes leoneses, los templarios encuentran una pequeña fortaleza que fue en su origen castro y posteriormente ciudadela romana. Aunque el origen del castillo se sitúa ante del siglo XII, es en esta etapa cuando se refuerza y reedifica el recinto amurallado, con fábrica de cal y canto, para proteger y custodiar a los peregrinos del Camino de Santiago y defender la entrada a la zona noroeste de la península.
Segundo periodo, siglos XIII y XIV:
Disuelta la Orden del Temple, su maestre hará entrega de la fortaleza y villa al rey Fernando IV, que a su vez lo donará a su mayordomo, Pedro Fernández de Castro, Señor de Lemos y Sarria, que comenzaría a levantar la parte denominada Castillo Viejo, en la esquina norte de la cerca.
Tercer periodo, segunda mitad del siglo XV:
Durante este periodo fueron múltiples los acontecimientos que hicieron que el castillo retornara a la Corona y porteriormente a los Osorio-Castro. Época de grandes reformas, debidas a necesidades defensivas, llevaron a construir las Torres de Monclín, Cabrera, Malpica, la de la entrada y la de los Caracoles, la Barbacana, el puente levadizo, la zona palaciega, la torre de Malvecino y el Cubo Nuevo.
Cuarto periodo, finales del siglo XV y principios del XVI:
Tiempo durante el cual se fortalecerá la torre de Malvecino y se construirá la de Juan Torres, y probablemente la Mina o Coracha y sus baluartes. Posteriores incorporaciones, como las caballerizas en 1848, y las numerosas reformas y reparaciones llevadas a cabo desde principios del siglo XX, han contribuido a la complejidad del conjunto, tal y como hoy lo conocemos.
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